Sunday, June 17, 2007

Tijuana en el cine

¿Tijuana es la ciudad de la Avenida Revolución y uno que otro callejón de la zona norte, como en Born in East L.A.? ¿El pueblo atmosféricamente sepia lleno de narcotráfico y corrupción policial, como en Traffic? ¿El lugar perfecto para que Ritchie Valens, en La Bamba, o Tom Cruise, en Lose in’it, perdieran la virginidad y se convirtieran en hombrecitos? ¿Tijuana es la urbe de las apuestas en los casinos, o en las carreras de caballos, como en “In Caliente”? Si el cine comercial alusivo a Tijuana tuviera la respuesta, fuera un rotundo sí.
La “leyenda negra” es una cuestión anacrónica; en la actualidad Tijuana es muchas otras cosas. Cosas que el cine, por lo menos el comercial, el de Hollywood, se ha empeñado en ocultar. Por ejemplo, la heterogeneidad de las costumbres que convergen en esta frontera, enriquece el mosaico cultural y pone en relieve algunas formas de vida de distintos grupos étnicos de nuestro país, así como del resto de Latinoamérica. Esto ayuda a que nuestra cosmovisión se amplíe y nos haga interesarnos en otras culturas.
Existen muy pocos trabajos avocados al tratamiento de esta problemática. En literatura, sólo hay un libro dedicado enteramente a desmitificar, o explicar, la “leyenda negra” de la mencionada Esquina de Latinoamérica: “Tijuana La Horrible, Entre la historia y el mito”, de Humberto Félix Berumen (2003). En esta obra sólo hay un apartado dedicado a la imagen de Tijuana en el cine, explicada de forma indirecta basándose en otros autores que, muchos de ellos, tampoco aluden directamente a Tijuana, sino a una visión fronteriza del cine, tanto mexicana como extranjera. Por otra parte tenemos el trabajo: “Imágenes de Tijuana en el cine”, de Víctor Soto Ferrel (1997). En dicho texto se aborda la incursión de Tijuana en el cine conforme este último fue evolucionando. Es un trabajo totalmente anacrónico y basado en cine comercial, principalmente. Artículos, columnas, reportajes y comentarios hay muchos, pero trabajos como los mencionados anteriormente, son pocos.
La película “El jardín del edén”, de María Novaro, aborda otro aspecto de la ciudad más visitada del mundo. En palabras de la propia realizadora, “en Tijuana pueden coincidir indígenas mixtecas que prácticamente no hablan español y tienen que aprender inglés; el clásico campesino que se va por hambre; una familia que llega por la reciente muerte del marido; una chicana de segunda generación que habla muy mal el español y que está metida en su propia fantasía de México; hasta un loco que va para ver a las ballenas que pasan por ahí. Todos buscan algo, todos tienen una pérdida interna y buscan su paraíso”[1]. Este tipo de filmes quedan prácticamente en el anonimato. No se les da la debida difusión comercial porque no son producciones estadounidenses, y por ende, no ayudan a contrarrestar la connotación negativa que tiene la simple enunciación de la palabra Tijuana.
En la ciudad donde “empieza la patria”, hay una nueva generación de cineastas sin recursos. Jóvenes que a falta de apoyo económico e infraestructura para hacer cine están realizando cortometrajes en formato de video para dar a conocer su propuesta creativa. Colectivos que, con o sin conocimientos técnicos especializados en el séptimo arte están filmando aspectos interesantes y diferentes de la ciudad. Como apunta Norma Iglesias, “a diferencia del cine fronterizo que construye historias de ficción sacadas de las mentes y convenciones de sus realizadores, los artistas visuales de la frontera construyen sus historias a partir de un proceso de recuperación visual de su ciudad, y de su cotidiana experiencia como residentes fronterizos. Se {concentran} en el dinamismo y el contraste que caracteriza a las ciudades fronterizas. {Le dan} voz y sentido a una serie de personajes y problemáticas casi siempre olvidadas en el cine comercial”[2].
Por otro lado, el Centro de Estudios Cinematográficos de Baja California (CECBC), lleva a cabo una importante labor de enseñanza en nuestro Estado. Algunos cursos interesantes son los diplomados en lenguaje cinematográfico, sonorización y actuación. Todos impartidos por reconocidos realizadores, en su mayoría mexicanos que han triunfado en el cine extranjero. En propias palabras del director, en el CEBC “se preparan algunos de los futuros cineastas mexicanos”. Aunado a esto, el Centro se encarga de distribuir cortometrajes realizados por egresados de la misma escuela. Por supuesto que los “cortos” se filman en Tijuana, y algunos tienen interesantes aportaciones para la desmitificación de esta frontera.
El mito de Tijuana se sigue alimentando y curiosamente por mexicanos. El caso más reciente es Babel, dirigida por Alejandro González Iñárritu. En este largometraje se muestra a la frontera como una ciudad de paso; y aprovecha la vuelta para retomar los lugares míticos conocidos por todo el mundo: la Línea, la Revolución, sus burros cebra ya patentados, la Coahuila, la Mona de la Liber, las cruces del aeropuerto, entre otros. Según la película, el recorrido por Tijuana es sólo para ir al Valle de Guadalupe, entonces, ¿por qué si cruzaron por San Isidro no salieron directamente por Tecate? Lógicamente no es necesaria tanta vuelta, pero es que Tijuana se presta para echar mano de tantos referentes y hacer el trabajo visualmente más atractivo, aunque con esta visión repetida una vez más, sólo se refuerzan los mitos y se dejan de lado las "realidades" de nuestra ciudad.
Los tijuanenses por nacimiento o por convicción son los encargados de contrarrestar la visión de Tijuana en el mundo. Es importante analizar los contenidos de las películas comerciales que aluden a esta ciudad para no alimentar lo negativo y descontextualizado y aportar de una manera crítica y objetiva a lo que se dice o se filma.

[1] Novaro, M. en Bustos, V. (1996). María Novaro, un clavado en la frontera. En Dicine. México. Núm. 65, pp. 24-25.
[2] http://www.mexartes-berlin.de/esp/01/iglesias.html

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